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miércoles, 14 de julio de 2010

8451.-Sin Nombre Parte 3

Se quedó delante de la puerta, escuchando los sonidos del bosque cercano, observando el azul del cielo, la casa…todas la casas tenían una forma curiosa, redondeada, las paredes eran totalmente lisas y estaban construidas con un metal especial, de ese modo evitaban que la lluvia ácida se acumulara y corroyera la casa. La lluvia ácida había…
- Piensas entrar o vas a quedarte ahí?
- No me hables así mocosa- insultó Hana a su hermana pequeña, Lily, intentando pasar por alto que no había tenido el valor de llamar. […]1
Agotada se tiró al sofá y cerró los ojos. Al abrirlos la pequeña Lily la estaba mirando fijamente, sonrió, y antes que le diera tiempo a reaccionar la tenia encima, dándole un fuerte abrazo. Siempre se habían llevado muy bien, incluso después de marcharse, en cambio con su padre todo era distinto. Desde que había decidido irse a la ciudad lo suyo era una discusión continua, pero a ella el pueblo se le había hecho pequeño, incluso la ciudad…aspiraba a mucho más que eso.
- ¿Papa aún está en la mina?- pregunto Hana.
- Sí, no vuelve hasta mediodía.
- Mejor, mucho mejor, hoy no tengo ganas de discutir.
Con las fuerzas que le quedaban se sacó a su hermana de encima, a punto estuvo de volverse a tumbar después del esfuerzo, pero cogió su mochila y se levantó de un salto.
- ¿¡Ya te vas!?- se sobresaltó Lily.
- Voy a la arboleda tonta, si quieres puedes venir- contestó Hana sonriente, la carita de pena de su hermana la había enternecido.
Antes de salir por la puerta ya tenía a su hermana pegada detrás de sus pies y con la mochila puesta. Juntas se dirigieron a un pequeño camino cerca de su casa, si no lo conocías podías perderte en la maleza fácilmente, pero ellas se lo conocían tan bien como la palma de su mano. Al final del sendero se encontraba un pequeño claro. Hana clavó sus pies en el suelo antes de adentrarse a la luz. El contraste era precioso, la increíble cantidad de vegetación del camino hacia que estuviera casi a oscuras, pero en el claro la luz conseguía pasar entre las hojas. Como una ráfaga de viento afloraron todos sus recuerdos; él, con esa expresión suya de la que no podías descifrar si sonreía o no, admirando su N-65. Había conocido a *Marduk* en ese mismo lugar. Era originario del Planeta oscuro, enseguida lo supo. Puede que antes tuviera otro nombre, pero desde hacía siglos ese era el planeta prohibido y sus habitantes habían sido perseguidos, torturados y muertos a causa del temor que provocaban en el resto de planetas. De ellos se decía que no tenían alma, la piedad y la bondad no existían en su vocabulario y se relataban centenares de cruentas invasiones.
Su piel era de un negro intenso, rugosa, hasta agrietada en algunas zonas, parecía como si guardara un volcán en su interior, algo con una fuerza inimaginable. Sus ojos dorados eran como dos estrellas en medio de esa oscuridad.
Lily la miró adivinando que estaba pensando, Hana le dedico una débil sonrisa y dio media vuelta. Era hora de irse.

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