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sábado, 10 de julio de 2010

8451.-Sin Nombre Parte 2

[...]Al día siguiente se levantó sin ganas de hablar ni ver a nadie. La intensa vida de la ciudad algunos días la agotaba y sentía la necesidad de evadirse, en días como ese cogía su raída mochila y, haciendo una excepción a su sedentarismo, iba a pie hasta su pueblo natal, no muy lejos de la ciudad. Lejos de lo que cabía esperar la desarrollada tecnología y el caos de la ciudad no había llegado a sus alrededores, sino que había ciertos puntos alejados en los que se concentraba la masificación, la podredumbre y la corrupción.
Los caminos eran senderos de acero y otros materiales que luchaban por salir entre la vegetación. Árboles y plantas con las formas más extrañas invadían cada rincón libre. Después de muchos años muriendo, la flora y la fauna había resurgido de una forma impensable. Pocos tenían el valor de alejarse del camino. El transporte más común eran unas cabinas con forma de cápsula que seguían las señales electromagnéticas de los senderos de acero. Su pueblo, casualmente, no tenía en funcionamiento esas señales así que tenía que resignarse a ir andando si quería ir.
Después de algo más de tres cuartos de hora el paisaje empezó a cambiar, se acercaba a la barrera. Cada pueblo poseía un escudo, con un funcionamiento que ni sabía ni le interesaba, que los protegía de la exagerada vegetación. Dando un rodeo evitaba pasar en medio de las casas, odiaba los cuchicheos que se oían como zumbidos de mosca cada vez que cruzaba el pueblo para llegar a su antigua casa, al límite opuesto. Cuando llegó el sudor le caía por la frente.

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