Pasó horas y horas en la nave volando lo suficientemente bajo como para no entrar en la zona de propiedad gubernamental. Cuando el sol se puso era apenas una pequeña luz que se movía fugaz por el cielo.
Finalmente decidió volver. Todo estaba oscuro y silencioso, sólo las luces de la ciudad iluminaban el edificio. Alguien se acercó, era Amy.
- Veo que te ha gustado- sonrió Amy.
- Lo siento, se han ido todos ya?- se preocupó Hana, preguntándose cuánto rato habría estado esperándose Amy, sola.
- No te preocupes! Es genial! Tienes que sacarle todo el partido a la nave! Además, es fantástico verte volar a esa velocidad y con ese dominio- dijo Amy ilusionada, haciendo ver que su mano era una nave.
- Oh...ahm...gracias Amy- se sonrojó Hana.
- Jijiji, siempre tan modesta- respondió Amy sentándose apoyada en la pared- nunca me has hablado de tu maestro, quién era? porqué se marchó?
Hana miró hacia las luces tintineantes de la ciudad, no podía negar que en la noche se veía hasta bonita.
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